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Una alternativa para América Latina

mayo 18, 2022

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Columna de opinión del maestro Fernando R. Doval en el Heraldo de México.

El pasado 12 de mayo, la diputada panista Mariana Gómez del Campo fue electa como presidenta de la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA), la cual agrupa a 35 partidos políticos de 25 países americanos, entre ellos el Partido Acción Nacional. 

Estos institutos comparten los principios y valores del humanismo político. 

La Democracia Cristiana ha sido una fuerza política de enorme relevancia durante los últimos 80 años en todo el mundo. Fueron prominentes políticos demócratas cristianos como Konrad Adenauer, Alcides de Gasperi o Robert Schuman, los que sentaron las bases de lo que hoy es la Unión Europea, después de los horrores de la Segunda Guerra Mundial. 

Partidos de inspiración demócrata cristiana guiaron la transición a la democracia en países como México, España, República Checa, Polonia, Chile, El Salvador o Guatemala; forman parte de los gobiernos de varios países y su organización regional en Europa, el Partido Popular Europeo, es la primera fuerza en el Parlamento de Estrasburgo.  

En América Latina, la ODCA es la principal organización de partidos políticos y está llamada a convertirse en la alternativa natural al socialismo populista y bolivariano promovido por el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla.

En la región, hoy existen dictaduras que han sumido a sus países en la más absoluta miseria, como es el caso de Cuba, Venezuela, Nicaragua o Bolivia. 

El socialismo bolivariano y populista está intentando destruir la democracia en Perú, Argentina y México, y quiere llegar próximamente al poder en Colombia y Brasil. 

En muchos casos, este nuevo autoritarismo ha hecho una alianza tácita con el crimen organizado y siempre su modo de operar es el mismo: la polarización y la confrontación social, el desmantelamiento de las instituciones de la democracia, la persecución a los opositores, la difusión de una “posverdad” y una economía estatista que destruye la iniciativa particular.

Frente a esta realidad se vuelve urgente que los partidos que creen en la dignidad humana, en la democracia, en el Estado de Derecho, en la separación de poderes, en la libertad, en el desarrollo humano sustentable y en la economía social de mercado se organicen y actúen a escala global de forma coordinada. 

América Latina no tiene por qué estar condenada a vivir en dictaduras y con gobiernos que defienden ideas trasnochadas y que perpetúan la pobreza. 

En esta nueva etapa de la ODCA, Mariana Gómez del Campo propuso a los partidos que la integran una mayor capacidad de alianzas, coordinación, eficiencia y formación doctrinal, así como una renovación programática, la promoción de nuevos liderazgos y una mayor vinculación con los nuevos movimientos sociales. 

Tiene, sin duda, un formidable reto por delante.

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