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¿Fanáticos e ignorantes?

Columna de Fernando Doval en el Heraldo de México.

La semana pasada fue anunciado el nuevo modelo educativo del país.

El encargado fue el director de materiales educativos de la SEP, un personaje caricaturesco de nombre de Marx Arriaga, el mismo que hace algunos meses dijo que leer por placer era un acto de consumo capitalista, y del que se desconocen mayores credenciales en el ámbito cultural y pedagógico, más allá de su amistad con la señora Beatriz Gutiérrez. Por un lado, el nuevo modelo pretende imponer una educación ideológica. Con el pretexto de eliminar los contenidos supuestamente neoliberales, se busca adoctrinar a los niños y jóvenes en ideologías trasnochadas vinculadas a la izquierda más radical.

Se habla de que ahora los profesores serán “líderes comunitarios” alineados con las ideas de la 4T y que la escuela, un espacio de transformación social. Esto atenta contra la libertad educativa y desconoce por completo el derecho de los padres a elegir el tipo de educación que desean para sus hijos. Y viola también la laicidad estatal, la cual no solamente significa la ausencia de contenido religioso, sino también ideológico. Hace no mucho, por cierto, el subsecretario de la SEP, Luciano Concheiro, afirmó muy quitado de la pena que “debemos proponernos el comunismo como sociedad emancipada de toda explotación del ser humano”.

Por otro lado, esta propuesta busca aniquilar cualquier indicador de calidad. El tal Marx Arriaga mencionó que el nuevo modelo educativo eliminará los grados escolares, la competencia, la meritocracia, las calificaciones y las pruebas estandarizadas de comparativo internacional. Según él, todo eso es neoliberal.

En su lugar habrá unas confusas “fases educativas”, así como evaluaciones flexibles y autoevaluaciones.

Y mientras tanto, no se propone nada para recuperar a los más de tres millones de estudiantes que abandonaron la escuela a partir de la contingencia causada por la pandemia del COVID-19, ni tampoco para diagnosticar y corregir lo que para millones de niños y jóvenes significaron dos años de clases virtuales.

Cuesta creerlo, pero pareciera que el propósito del nuevo modelo educativo de este gobierno es formar mexicanos fanáticos e ignorantes. Los egresados repetirán puntualmente consignas ideológicas, pero no serán capaces de resolver una operación matemática, leer y comprender adecuadamente un texto o aplicar los pasos del método científico.

Un auténtico poema a la mediocridad.

De implementarse, va a suponer más atraso, más pobreza y más desempleo. Es tiempo de que los padres de familia, la sociedad civil y los partidos de oposición se movilicen para evitar que tal barbaridad se convierta en realidad.

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