Mientras el Presidente de la República, su partido y parte de su gabinete se han concentrado en ver quién será el sucesor presidencial, la realidad en México está en números rojos.
Las noticias de nuestro país se han centrado en el incremento de la violencia, homicidios dolosos, feminicidios y comandos armados haciendo lo que quieren, porque la estrategia de seguridad implementada es de abrazos no balazos.
Según el informe presentado por la titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, mayo de este año registró un total de dos mil 833 homicidios dolosos y 77 feminicidios, convirtiéndolo así en el mes más violento del año, con un incremento de 10.9 por ciento comparado con abril.
En lo que va del sexenio se contabilizan alrededor de 123 mil 728 homicidios por lo que es el gobierno con más muertes violentas. De esta manera, las cifras lo colocan por encima de otras administraciones.
Los estados más afectados son Baja California, Ciudad de México, Chihuahua, Guanajuato, Guerrero, Jalisco, Estado de México, Michoacán, Sonora y Veracruz.
Sin embargo, está muy claro que la seguridad, igual que la salud y la economía de los mexicanos, no es la prioridad del inquilino de Palacio Nacional.
A Andrés Manuel López Obrador le molesta que le digamos que pactó con el narco o que es un narcogobierno, pero no podemos pensar diferente cuando vemos cómo en el país la Guardia Nacional en lugar de reaccionar ante un comando armado lo saluda.
A todo esto hay que sumarle las 100 mil desapariciones registradas en 2021 por el Comité contra la Desaparición Forzada y el Grupo de Trabajo sobre las Desapariciones Forzadas de la Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, que advirtió que son un reflejo de la alta impunidad que hay. Nos hemos convertido en el país del no pasa nada, en donde es más fácil ir a saludar a la mamá de El Chapo, o liberar a su hijo; de este tamaño el problema que tenemos encima.
Al tabasqueño le encanta decir en sus mañaneras, y cada que puede, que él es un pacifista, que por la fuerza nada, que es mejor arreglar las cosas con amor y paz, pero las cifras sólo nos demuestran que es el Presidente más violento de la historia moderna de México, al dejar a las mexicanas y los mexicanos a la voluntad de comandos armados que ya deciden por donde podemos pasar y por donde no.
No dejemos que la supuesta “transformación” se perpetúe regalando dinero disfrazado de programas sociales, porque únicamente está acabando con el futuro de las próximas generaciones dejándolos sin educación, sin salud y sin oportunidades.