Es bien sabido que en México el ser mujer es más que difícil, incluso en nuestros días. Esto principalmente por los abusos familiares y de las políticas públicas que invisibilizan necesidades propias en situaciones de por sí ya difíciles.
Una de ellas es la situación que viven las mujeres con y sin hijos, jóvenes o adultas en los reclusorios de nuestro país. Para ilustrar este punto podemos observar datos del INEGI donde menciona que, de todas las personas privadas de su libertad, las mujeres representan el 5.6% de estas personas.
Si bien, son un porcentaje menor, esto a la vez provoca que no se piense en ellas cuando son diseñados y administrados los centros penitenciarios. Lugares donde no existen las condiciones propias que una mujer necesita para vivir dignamente.
Dentro de los rangos de edad, además, se puede apreciar que la mayoría de las mujeres en la cárcel son bastantes jóvenes, pues las que están entre los 18 y 34 años son las que representan la mitad de todas las mujeres en esta condición. De manera ilustrativa podemos apreciar esto con la siguiente gráfica.
Esta falta de atención a las mujeres en las políticas de los reclusorios por representar un pequeño porcentaje del total de personas privadas de su libertad conlleva grandes consecuencias. Entre ellas están las violaciones de derechos humanos, violaciones de otros reclusos, falta de acceso a salud, etc.
Pues, al solo existir 20 centros penitenciarios exclusivos para mujeres, las que no entran a estos centros se ven en la penosa situación de entrar a un penal mixto donde son expuestas a actos de violencia y abusos. Sin mencionar que 1 de cada 2 de estas mujeres deben vivir esta situación sin haber recibido sentencia todavía.
Otro aspecto inhumano de esta situación es la que pasan los hijos e hijas de estas mujeres. Pues 369 niños de 6 años o menos permanecen con sus madres en los reclusorios. Un ambiente que evidentemente no ayuda a un pleno desarrollo.