omo bien sabemos, MORENA es un partido con muchas particularidades dentro del sistema de partidos en la historia de México. Primero, porque simplemente, no es solamente un partido, pues, como dice su nombre, es un movimiento, con una cabeza cacical o liderazgo personalísimo que advoca la unidad y el rumbo del partido. Como bien sabemos, ese líder monopólico dentro de MORENA es el presidente López Obrador.
Desde que se comprendió el objetivo y origen de MORENA se podía vislumbrar que el partido tendría problemas internos conforme pasaran los años y el presidente López Obrador fuera desapareciendo de la escena política. Esto porque el propósito para el que fue fundado MORENA ya fue conseguido, llevar a Andrés Manuel a la presidencia de la República.
El obtener este logro es sinónimo de orgullo y sobresalto para los morenistas, pero empiezan a ver que no hay un camino claro en un México post-amlo para ellos. Es entonces que comienzan esos problemas, y no pequeños, al interior del partido en miras de lo que sucederá de 2024 en adelante.
El primer ejemplo claro es ver la disputa por ser el próximo candidato o candidata a la presidencia de la República por parte del partido en el poder, donde ya hay contendientes claros. Una es la jefa de gobierno de la Ciudad de México Claudia Sheinbaum y el otro es el secretario de relaciones exteriores Marcelo Ebrad. Estos dos personajes ya tienen un duelo cantado por ver quien sería el hipotético sucesor, en donde ya existen campañas publicitarias, acuerdos, eventos masivos, etc. que hacen más ríspida la contienda interna, pero que también pasan a violar la ley y seguir en una guerra abierta con el INE.
El segundo ejemplo, y el más fresco que tenemos, son las elecciones internas que acaban de pasar en los diferentes estados del país para elegir a los dirigentes y consejeros de MORENA. A ojos de todo el país, MORENA sacó su verdadera cara y un augurio de lo que puede pasarle al partido en cuanto AMLO salga de la ecuación. Un partido donde reina el caos, la corrupción, la ambición y, sobre todo, el caos y la violación sistemática de todos los valores democráticos. Entre los actos que sustentan esto es que la elección de MORENA se vio protagonizada por quema de boletas, acarreos, embarazos de urnas, amenazas e incluso golpes entre los asistentes.
Para corroborar esto con datos, en una nota del medio Expansión política se menciona que, al día de hoy, suman más de 400 quejas ante la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia del partido, por lo que se ve muy factible la anulación entera de la elección, pues, al menos, existen irregularidades graves en el 20% de las urnas. En el caso de Puebla no es diferente, pues aquí, incluso, se pospuso nuevamente la elección para elegir al nuevo dirigente estatal del partido.
Si MORENA quiere tener futuro a largo plazo debería comenzar por volver a su partido verdaderamente democrático, pues en cuanto salga López Obrador por una u otra cosa de la vida política, el partido vivirá una crisis de legalidad, liderazgos y organización de la cual será difícil que salga.
Por ello, la estrategia de abrazos y no balazos que no funciona en materia de seguridad nacional, debería ser aplicada al interior de MORENA, pues pareciese que para temas internos lo han entendido al revés.